Manuel Antonio Ay nació en Chichimilá en 1817 y murió en Valladolid, 26 de julio de 1847. Era un indígena maya y fue cacique de Chichimilá en Yucatán y lucho junto con Jacinto Pat y Cecilio Chí por la Independencia del Pueblo Maya en 1847, buscó liberar a su pueblo de la opresión criolla y unificarlo como un estado independiente. Fue el primer mártir de la guerra
Desde pequeño era muy activo en la sociedad, fue por eso que llegó a ser líder y batab desde temprana edad. Participó en la toma de Chemax en 1846 y de Valladolid, en 1840, bajo las órdenes de Antonio Trujeque. Fue uno de los más activos organizadores de la insurrección indígena de 1847. Recabó fondos para la independencia y tenía contingentes preparados para el estallido.
El juez Antonio Rajón supuestamente descubre la insurrección ya que le quitan a Manuel Antonio Ay una carta firmada por Cecilio Chí la cual hablaba de estrategias y preparativos para la lucha. Antonio Rajón informó del contenido de la carta al jefe político de Valladolid, coronel Eulogio Rosado, quien a su vez ordenó la detención y el juicio del rebelde. El proceso duró del 21 al 25 de julio de1847. Durante los interrogatorios realizados por el capitán Valentín Barrera, Manuel Antonio Ay aceptó haber participado en la toma de Valladolid, en una acción organizada por el capitán Santiago Imán en febrero de 1840. Debido a esto se le condena a muerte. Lo ahorcaron el 26 de julio de 1847, en el atrio de la iglesia del barrio de Santa Ana de Valladolid (Yucatán). El cadáver fue puesto en un ataúd y trasladado a Chichimilá, donde fue velado y sepultado. En Chichimilá el ambiente era de consternación, mientras que el cadáver se exhibía para amedrentar a los rebeldes.
Su muerte y el incendio de Tepich marcaron el comienzo de una guerra que duraría 54 años.
Antonio Rajón fue asesinado en 1848, poco tiempo después de la muerte de Manuel Antonio Ay, en la toma de Valladolid. Se dice que fue el hijo de Manuel Antonio Ay, Antonio Ay, fue quien lo mató en honor a su padre, ya que lo vio morir en la horca.
Beto
Otro cuyo cadáver fue útil como advertencia, sin duda Maquiavelo tenía razón!
ResponderEliminarDuro final, pero todo un líder y guerrero desde chico. Destinado a combatir por su bien. Buen material compañero Zayas.
ResponderEliminarLa estrategia de implantar el terror ante actos de rebeldia no es nueva. Durante centurias ha sido la estrategia preferida de los poderosos para acallar cualquier indicio de ésta. Sin ir más lejos, en la actualidad pareciera que es el método favorito para tenernos amedrentados e inamovibles. Sin embargo, es de notarse también como el anhelo de la libertad es mucho más poderoso que el terror mismo. Son los ejemplos que debemos tomar del pasado... ¿No creen?
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